Con motivo de la entrada del verano queremos daros algunos consejos sobre cómo tomar el sol de forma adecuada para no dañar vuestra piel y disfrutar del período estival.
Tomar el sol nos aporta muchos más beneficios que perjuicios. De hecho, son numerosos los estudios que indican que un déficit de exposición solar puede incluirse entre las causas de algunas patologías. Eso sí, debemos tomar el sol, siempre, con precaución.
¿Qué beneficios nos aporta tomar el sol?
El sol es una de las principales fuentes de vitamina D. Esta vitamina es sintetizada por nuestro propio cuerpo, pero gracias a la exposición al sol aumentamos su producción.
La vitamina D tiene numerosas funciones en nuestro organismo. Una de las más conocidas es la formación del tejido óseo, pues participa en la absorción de calcio y fósforo en el intestino. Además, interviene en el sistema inmune, en funciones neurológicas, etc.
Uno de los mayores miedos a la hora de tomar el sol es que se generen quemaduras, pudiendo llegar, en un futuro, a derivar en cáncer de piel. En nuestra piel encontramos ceramida (capa de grasa de la piel), una capa que debería estar llena de grasas omega-3 y ácido araquidónico. Un exceso de exposición al sol podría provocar un cambio en la estructura de la piel: aumento considerable de ácido linoleico y falta de omega-3; este cambio podría generar micotoxinas, compuestos tóxicos altamente cancerígenos. Esta situación producirá la muerte de los melanocitos de forma paulatina. Estos melanocitos son células cuya función principal es la producción de melanina, la encargada de protegernos frente a la radiación solar.
Como podemos ver, no es el sol el que puede producirnos un daño en la piel, es la quemadura provocada por tomar el sol de forma inadecuada, sin la protección pertinente y, que sumado a una mala estructura de la piel por una nutrición-cuidado incorrecto de la misma, puede generarnos un daño a este nivel.
¿Cómo protegemos nuestra piel?
La alimentación es fundamental para cuidar el estado de todas nuestras mucosas y barreras corporales, incluida la piel.
Según numerosos estudios, aumentar la ingesta de frutas y verduras por encima de 300 gramos diarios nos puede ayudar a reducir de forma considerable las posibilidades de padecer cáncer de piel.
Aportar una buena fuente de ácidos grasos (ácidos omega-3) nos puede ayudar a mantener en buen estado nuestras membranas celulares. Este omega-3 lo podemos encontrar, principalmente, en el pescado y sobre todo en el pescado azul (caballa, atún, arenque, sardina…). El consumo de frutos secos, de huevos (sobre todo la yema que es rica en vitamina D) y de proteínas procedentes de la carne (carnes que hayan tenido una alimentación adecuada, no alimentadas por piensos, etc.) también serán fuentes importantes para proteger y mejorar la salud de nuestra piel. En general, mantener una dieta equilibrada basada en un buen aporte de antioxidantes puede ayudarnos a proteger el estado de la piel.
Entonces… ¿qué debemos tener en cuenta para tomar el sol de forma adecuada?
- Mantener una buena alimentación e hidratación que, como hemos visto, influirá de forma directa y positiva en la piel.
- Exponernos al sol sin miedo pero de forma controlada. Dependiendo del tipo de piel podremos exponernos más o menos tiempo.
- Normalmente pasamos la mayor parte del tiempo trabajando en sitios cerrados. Es importante que no limitemos la exposición al sol al período estival. Nuestro organismo agradece positivamente esa exposición al sol. Por eso, salir todos los días a caminar o hacer ejercicio al aire libre al menos durante 20-30 minutos nos puede aportar numerosos beneficios.
- Debemos elegir una protección solar adecuada. El daño que nos puede causar el sol esta provocado por la radiación ultravioleta (UV), que está compuesta por rayos UVA y UVB. Los primeros son responsables de generar radicales libres que pueden dañar la piel y los segundos son responsables de quemaduras en la piel. Por tanto, debemos elegir una crema solar con protección frente a ambos: rayos UVA y rayos UVB.
Además, a la hora de elegir una crema, también tenemos que considerar el factor de protección solar o FPS. Este factor nos indica el tiempo durante el cual el producto es capaz de aumentar la protección de la piel a la exposición al sol, es decir, un FPS de 15 significa que multiplica por ese valor el tiempo que la piel va a poder estar expuesta al sol sin sufrir daños.
Lo ideal sería aplicar la crema cada hora y media o cada dos horas. Además, es fundamental elegir una crema libre de productos tóxicos, ya que estos, al interaccionar con el sol, podrían generarnos más daño. - Por último, conviene comentar que el espectro solar resulta más dañino cuando es más horizontal, pues todo el espectro infrarrojo desaparece y sólo llegan los rayos UV. Estos rayos UVA por sí solos pueden provocar un mayor daño en la piel. Aún así, debemos tener sumo cuidado en las horas de mayor radiación y protegernos convenientemente.
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