¿Te han recomendado que practiques natación para mejorar tu espalda? Ten cuidado, no todo vale

Siempre se ha dicho que la natación es un deporte muy completo. Y es cierto, pues trae consigo gran variedad de beneficios para nuestra salud. Por ejemplo, permite movilizar prácticamente todas las articulaciones de nuestro cuerpo y supone un entrenamiento de calidad para nuestro sistema cardiovascular y respiratorio.

Con la llegada del buen tiempo muchas personas aprovechan para ejercitarse en la piscina, convencidos de que todo van a ser ventajas, independientemente de la forma en que realicen sus ejercicios. Debemos ser cautos, pues una mala práctica deportiva (sea natación u otro deporte) puede ser contraproducente para nuestra salud.

Consejos para practicar natación - Clínica Luis Baños

Habitualmente se recomienda practicar la natación para mejorar el estado de pacientes con patologías de columna, pero no es algo tan sencillo como pueda parecer. No basta con ponerse a nadar de cualquier manera y pasar un rato en remojo. De hecho, ahí es donde radica el principal problema, ya que no es nada aconsejable recomendar la práctica de un deporte del que no se controla ni la técnica ni su desarrollo. Nadar mal, no realizar la patada correctamente o realizar el braceo de forma inadecuada, puede generar más problemas que beneficios en la columna e incluso en el resto de las articulaciones. Por eso, es clave consultar a los profesionales especializados en ello: licenciados o graduados en Ciencias del Deporte y Fisioterapeutas con conocimientos sobre ejercicios en medio acuático.

Métete en el agua de forma progresiva y no te lances sin calentar pues, el propio esfuerzo del salto y el cambio repentino de temperatura, podrían ocasionarte problemas musculares y el más que conocido corte de digestión. Recordemos que, como en cualquier otro deporte, antes de empezar a nadar, es conveniente empezar con ejercicios de movilización de todas las articulaciones. Los puedes realizar en el agua, en una zona donde hagas pie. Aquí tienes un ejemplo de progresión:

  • Camina flexionando y subiendo las rodillas, pero vigilando no perder la curva lumbar.
  • Camina llevando los talones hacia el glúteo e, igualmente, sin modificar la posición de tu espalda.
  • Camina de puntillas y luego camina apoyando únicamente los talones.
  • Camina de lado ayudándote de los brazos para avanzar.
  • Camina con zancadas largas vigilando, una vez más, la posición de la espalda.
  • Camina combinando zancadas con semisentadillas (zancada/ zancada/ setandilla…).
  • Camina hacia atrás.
  • Usa el “churro” para flotar más y desplázate ayudándote de brazos y moviendo las piernas imitando el pedaleo, y siempre con la espalda muy erguida.
  • Haz giros suaves de tronco intentando mover el agua con los brazos.
  • Abre ambos brazos hacia atrás y ciérralos al frente.

 

Como se ha explicado antes, si nunca has practicado natación y, además, sufres dolor lumbar, es importante que te dejes guiar por un profesional especializado, para ir progresando poco a poco, pues la técnica que empleemos será uno de los aspectos que determinará nuestra mejoría.

En cuanto al estilo, normalmente es mejor comenzar a nadar a espalda en lugar de a crol o braza; aunque habrá casos particulares en que no será así. Pero, insistimos, lo más importante para evitarnos lesiones o agudizaciones de nuestras dolencias es nadar con una técnica adecuada.

El control de la respiración, por otra parte, es un elemento clave para conseguir una buena técnica y prevenir lesiones. Por ejemplo, cuando nadamos a crol (boca abajo), necesitamos coordinar correctamente el giro del cuello con la brazada para poder respirar. Si no controlamos el giro o la brazada se pueden generar tensiones cervicales, escapulo-torácicas o escapulo-humerales que influirán negativamente en tu columna.

El cese de la actividad es algo que también debería hacerse de forma gradual, intentando no parar repentinamente, consiguiendo que el cuerpo se adapte al cambio de ritmo hacia el estado de reposo.

Y, por último, no olvides respetar siempre tus límites físicos y no caigas en la frustración cuando no consigas llegar al nivel propuesto o deseado. Siempre es preferible progresar de forma paulatina, sin prisas, permitiendo que tu cuerpo se adapte al ejercicio.

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