Esta unión permite evitar un desplazamiento hacia delante de la tibia respecto al fémur.
En segundo lugar, valorar si es necesaria la operación, ya que no siempre es la mejor opción.
Y en tercer lugar, la rehabilitación, que irá pasando por diferentes fases:
Desde el principio, será clave combinar terapia manual con ejercicio terapéutico, bien pautado, y ayudarse de tecnologías avanzadas que permitan reducir los tiempos de recuperación.
Si has sufrido la rotura del ligamento cruzado anterior y no llevas un estilo de vida excesivamente activo, podrías evitar la operación, podrías evitar pasar por el quirófano.
Para ello, deberías hacer ejercicios de fuerza que te ayuden a estabilizar la articulación y, a través de la musculatura, suplir la falta de ligamento. Con algunos ejercicios un par de veces a la semana podría ser suficiente.
Pero, antes de lanzarte al movimiento de cualquier forma, te recomendamos que visites a un fisioterapeuta especializado que te valore y oriente en el tipo de ejercicios a realizar, así evitarás recaídas o nuevas lesiones.
Reseñas